jueves, 1 de abril de 2010
LA BRUJA
LA BRUJA
Entre la familia pira de los Kosupati había una mujer bruja, viuda, y con cuatro hijas. Ella alimentaba y vestía a sus hijas con toda solicitud sin que les faltara nunca nada. Y las cuidaba con tanto celo, que nadie podía acercarse a enamorar a sus hijas, sin peligro de la maldición de la bruja.
Todos los días por la mañana, cuando salía la aurora, iba de pesca. Antes sacaba sus pardos ojos y los envolvía en algodón, poniendo en reemplazo los pequeños y brillantes ojos de un pescado saltón. Se metía en ele río y ala instante se le venía venir con sartas de pescado, charapas, etc. Para sus hijas.
Otra de las facultades de esta bruja era hacer crecer los ríos. Hacía masato, y los ríos crecían; lo tomaba y los ríos bajaban de caudal.
Estas cosas molestaban ala duende, padre de los pescados, quien veía desaparecer las charapas, pescados y lagartos de sus dominios por arte de la bruja. Además no conocían una regla fija para apercibirse contra las crecientes, pues estaba supeditado al capricho de la vieja bruja que hacía crecer los ríos cuando fabricaba masato.
Pero un día, el duende padre de los pescados, quiso ponerle coto y la persiguió hasta su casa. Sigilosamente la observó en todas sus acciones y movimientos. Vio que tenía cuatro hermosas jóvenes encerradas en la casa y con la prohibición de salir. El duende se enamoró de las cuatro y quiso raptarlas. Pero los ojos que la vieja dejaba sobre la cama le miraban fijamente y comunicaba a su dueña que algún ser extraño estaba en la casa.
Desde entonces vigilaba a sus hijas sentándose entre ellas.
Pensándolo bien, se le ocurrió ala tunchi una idea luminosa: Cuando en la mañana la bruja salió de pesca robó los ojos que había dejado entre algodones y los quemó.
Cuando la bruja regresó trayendo las sartas de pescados para sus hijas quiso cambiar los ojos de saltón por los de mujer. Sacó aquéllos, los depositó en algodón y comenzó a tantear con las manos buscando los propios. Pero mientras tanto el duende ya le había robado los ojos de saltón.
La bruja no encontró sus ojos ni los del saltón y se quedó ciega. Ya no podría pescar más y el duende de los pescados, estaría feliz porque no podrían robarle los peces de sus dominios ni transformarle los ríos con crecidas intempestivas. Además el duende se llevó consigo a las cuatro hijas de la bruja, sin que su madre le viera.
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