miércoles, 31 de marzo de 2010
Leyenda
MAYLE EL COJO
En cierta ocasión un gallinazo se convirtió en piro. Vestía cushma negra con pintas blancas, y sobre su cabeza llevaba un sombrero rojo. Un día, buscando comida, llegó a un caserío de piros. Nadie conocía a aquel hombre. Todos se extrañaban de sus vestiduras y del modo de andar, y dudaban de si era o no su paisano aunque hablaba el mismo idioma. Unos a otros se preguntaban de dónde había venido y qué quería, pero nadie sabía dar razón.
El gallinazo se enamoró de una muchacha pira de aquel caserío, con la cual se casó a los pocos días. La pira tenía padre y madre, ya entrados en edad, y una hermana menor soltera. La familia de la mujer quería que hiciera la casa y chacra a lado de ellos y vivieran juntos. Pero el gallinazo se opuso. Alegaba el gallinazo que no estaba acostumbrado a vivir en sociedad. Esto desagradó bastante a los suegros, quienes pensaron en deshacer el matrimonio, pero al fin condescendieron con el capricho del yerno y los dejaron que fueran a vivir a donde ellos quisieran. Y se fueron lejos, río adentro, varias vueltas apartados del bullicio del caserío.
En su casa el piro recibía visitas de los gallinazos, y él mismo se convertía en gallinazo para conversar con sus paisanos. Su ocupación era comer para vivir y vivir para comer. Pero siempre repartía la comida con su señora, la cual no necesitaba ni encender la cocina para preparar los manjares, pues su esposo se los entregaba cocinados o asados, listos para ser comidos. La señora se ocupaba en hilar y tejer cushmas y pampanillas que el gallinazo regalaba o sus paisanos o se las cambiaba por carnaza o suciedades con las cueles él preparaba las comidas para su señora.
Un día los suegros y cuñada del gallinazo fueron a visitarle a su casa. El gallinazo y su mujer se alegraron muchísimo. Quisieron convidarles con una opípara comida a base de pescado fino fresco. El gallinazo salió con sus flechas a pescar a una quebradita del monte unos pescaditos finos que se llaman “Hopimtale”.
Después que el gallinazo había salido se le ocurrió a su cuñada ir también a presenciar la pesca. Le siguió de lejos por su misma trocha. Hubo un momento en que el gallinazo se detuvo y ella se paró también observando detrás de un árbol lo que hacía. Con mucha extrañeza, y con mayor indignación, ve que su cuñado está juntando suciedades, las envuelve en hojas y las amarra con bejucos. Después prendió fuego a unos palos y puso los envoltorios a asar.
La mujer regresó corriendo a dar parte a sus padres y hermana de lo que acababa de presenciar. Estos se indignaron. Pensaron irse todos a la casa paterna y abandonar ala gallinazo. Pero creyeron que mejor sería darle una paliza antes de abandonarle por las malas intensiones que tenía para con ellos.
Al poco tiempo llegó el gallinazo, silbando, como de costumbre. Trae diez patarashcas o envoltorios de pescado, ya asados y listos para comerlos. Los entregó a su esposa. Esta los recibió y los tiró a un lado mostrando desprecio, y le increpó diciéndole: “¿Por qué traes siempre patarashca mal olientes y nunca traes pescado fresco? Hemos visto lo que hiciste. ¿Con esas suciedades nos convidas?”.
Cada cual con un palo, apalearon al gallinazo. Principalmente le pegaron en las patas para que no se escapara. El piro gallinazo lloró, gritó, pidió perdón, sin ser atendido. Al fin no pudo aguantar los palos y se convirtió en gallinazo, y voló a reunirse con sus paisanos para no regresar más.
El gallinazo ahora está cojo y camina brincando, por los palos que recibió cuando era piro.
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Aunque muchas personas digan que solo son leyendas y mitos, estas historias tienes algo mas que una verdad. sabemos que hay cosas sobre naturales y no queremos aceptarlas.
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